Svetlana Alexiévich, Premio Nobel de Literatura en 2015, da voz, en los más de cuarenta monólogos recogidos en esta obra a algunas de las personas para las que a partir del 26 de abril de 1986, su mundo es otro, el mundo de Chernóbil. Lo que para el resto del planeta es recordado como el accidente nuclear más importante del siglo XX, para millones de bielorrusos es su vida cotidiana. Porque la radiactividad sigue y seguirá presente. Pero lo más sobrecogedor es tomar conciencia de lo inhumano de la gestión de la catástrofe.
A pesar del dolor que causa, su lectura es obligada.
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